El Consejo Asesor para la Pesca de Larga Distancia mejora la calidad y el volumen de sus recomendaciones, refuerza alianzas con África y otros AC, pero alerta de falta de recursos y pide un plan estratégico a cinco años para ganar impacto real en la política pesquera europea. Así, el LDAC se somete a examen: más influencia, más trabajo y el mismo músculo.
El Long Distance Advisory Council (LDAC), el órgano que agrupa a los principales actores de la pesca europea de larga distancia, acaba de cerrar su segunda revisión de rendimiento, correspondiente al periodo 2020-2025. El ejercicio, exigido por el acto delegado 2022/204 de la Comisión Europea para todos los Consejos Asesores, sirve para evaluar qué ha cambiado desde la primera revisión (2015-2019) y hacia dónde debe caminar el organismo en los próximos cinco años. LDAC_PERFORMANCE_REVIEW_2020-20…
El informe constata un LDAC más maduro, más productivo y mejor organizado, pero también al límite de sus capacidades humanas y financieras. “No es posible seguir haciendo tanto con tan poco”, advierte el documento, que plantea de forma abierta la necesidad de reforzar recursos si se quiere mantener –y aumentar– la influencia del Consejo en la política pesquera exterior de la UE.
Uno de los indicadores más claros de este salto cualitativo es el volumen de recomendaciones. Entre 2020 y 2024, el LDAC ha emitido una media anual de 10 piezas de asesoramiento formal y 5 cartas, frente a las 7 recomendaciones y una carta de media del periodo 2015-2019.
No se trata solo de cantidad. El informe subraya que las recomendaciones son ahora más concretas, mejor argumentadas y apoyadas en evidencias, tanto científicas como socioeconómicas. Especialmente destacadas son las “opiniones ómnibus” sobre temas estructurales como el “level playing field” entre flotas de la UE y de terceros países, la cláusula social o la flota china de altura, elaboradas tras largos procesos de grupos de trabajo y grupos focales específicos.
Desde 2022, el LDAC ha logrado además emitir, de forma sistemática y con varios meses de antelación, recomendaciones para las tres grandes OROP atuneras de interés para la UE (ICCAT, IOTC y WCPFC), algo que históricamente había resultado complejo por la acumulación de agendas y plazos. A ello se suman aportaciones regulares a NAFO y NEAFC.
La Comisión Europea, por su parte, responde ahora de forma más sistemática y detallada a los dictámenes del Consejo, aunque el estudio reconoce que sigue siendo “imposible” medir con precisión cuántas recomendaciones se incorporan realmente a las decisiones finales.
El informe pone en valor el esfuerzo del LDAC por equilibrar responsabilidades entre el sector y otros grupos de interés (ONG, sindicatos, organizaciones de desarrollo) y por avanzar en la paridad de género en las presidencias de los grupos de trabajo. Aunque la igualdad perfecta aún no se alcanza, se subrayan “esfuerzos objetivos” en la composición de presidencias y comités.
Desde 2019, el Consejo opera con cuatro grupos de trabajo permanentes que se reúnen dos veces al año, mientras que el verdadero “motor técnico” son los grupos focales temáticos, que han crecido en número y profundidad. En ellos se discuten los temas en detalle, con participación de quienes tienen interés directo y capacidad técnica, y se construyen los borradores de dictamen que luego llegan a los grupos de trabajo y al Comité Ejecutivo.
La coordinación interna también se ha reforzado: hay reuniones periódicas entre presidencias y secretaría –incluidos encuentros específicos de coordinación de sillas dos veces al año– que permiten alinear agendas, revisar prioridades y evitar duplicidades. El resultado, según el informe y las encuestas a miembros, es una atmósfera de trabajo “profesional, abierta y constructiva”.
Si hay un punto donde el diagnóstico es más nítido, es el de los recursos. El LDAC absorbe prácticamente el 100 % de su presupuesto anual –combinando la contribución de la Comisión, la de algunos Estados miembros, especialmente España, y las cuotas de socios– y, aun así, la carga de trabajo no deja de aumentar: más reuniones, más coordinación inter-AC, más interacción con África, más dictámenes estratégicos extensos.
El informe advierte de que el salto de seis a diez prioridades de trabajo entre 2020 y 2025, sin incremento paralelo de personal ni de financiación, es difícilmente sostenible a medio plazo sin sacrificar calidad. Por eso, una de las recomendaciones centrales es reducir y jerarquizar prioridades anuales, concentrando esfuerzos en los expedientes con mayor impacto potencial.
La revisión señala otro cambio importante: el papel del LDAC como nodo de coordinación, tanto dentro de la familia de Consejos Asesores como hacia el exterior. El Consejo ha participado activamente en dictámenes conjuntos con otros AC sobre Brexit, ICCAT, control de importaciones, pesca recreativa o minería submarina, entre otros temas, aunque el informe alerta del riesgo de “sobrecarga burocrática” y pide reglas claras para la cooperación inter-AC.
En el plano internacional, la relación con ATLAFCO-COMHAFAT –el foro regional de gobiernos de África occidental– y con la plataforma de sociedad civil AFRIFISH-Net se consolida como uno de los activos más valiosos del LDAC. Con AFRIFISH-Net, en particular, se han celebrado reuniones regulares y se han aprobado recomendaciones conjuntas remitidas tanto a la Comisión Europea como a la Unión Africana, por ejemplo sobre acuerdos pesqueros y el papel de las mujeres en la cadena de valor.
La revisión sugiere “operacionalizar” más estos memorandos de entendimiento, con actividades concretas y proyectos que traduzcan el diálogo político en beneficios tangibles para las comunidades costeras africanas y para la flota europea que opera en esas aguas.
Pese al buen clima interno y al trabajo técnico, la frustración de fondo sigue siendo la misma: la dificultad para saber hasta qué punto las recomendaciones del LDAC influyen realmente en el diseño de normas, posiciones de la UE en las OROP o acuerdos de pesca sostenible con terceros países.
El informe plantea una solución clara: dictámenes más breves, con menos recomendaciones pero más precisas y formuladas en clave “SMART” (específicas, medibles, alcanzables, relevantes y acotadas en el tiempo), y la obligación de que la Comisión indique expresamente qué propuestas acepta, cuáles no, y por qué. Ese enfoque permitiría, además, una evaluación más objetiva del papel de todos los Consejos Asesores en la gobernanza pesquera de la UE.
En el caso específico de las OROP atuneras, se reclama también un espacio de diálogo más estructurado antes y después de las reuniones anuales, para que el LDAC no se limite a enviar su posición por escrito, sino que pueda contrastarla con la Comisión y con el resto de partes interesadas.
Como cierre, la revisión propone que el LDAC adopte un plan estratégico 2026-2030 con cuatro grandes ejes:
El mensaje de fondo es claro: el LDAC ya es una pieza clave en la dimensión externa de la Política Pesquera Común, pero, en un contexto de océanos cada vez más disputados y de competencia feroz con otras potencias, necesita más medios, más claridad en la relación con la Comisión y una hoja de ruta a medio plazo para que la voz conjunta de sector y sociedad civil europea pese de verdad en la gobernanza internacional de los océanos
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