Un reciente estudio del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) ha explorado los cambios en la distribución espacial de 102 especies demersales en el mar Mediterráneo en los últimos 25 años, destacando cómo estos movimientos están estrechamente relacionados con las variaciones climáticas.
Publicado en la revista Ecological Indicators, el estudio revela que 42 de estas especies han alterado su distribución durante el periodo considerado. El mar Mediterráneo, conocido por ser uno de los ecosistemas más vulnerables del mundo debido a diversos impactos antropogénicos, entre ellos el alto riesgo climático, está experimentando cambios significativos en la ecología de las especies marinas.
Sorprendentemente, 26 de las 42 especies analizadas se desplazaron en direcciones inesperadas. En contra de lo que se esperaba, algunas especies migraron hacia el norte en busca de condiciones más templadas -un fenómeno conocido como meridionalización-, otras se desplazaron hacia el sur y el suroeste, en dirección a aguas más cálidas. Este patrón inusual se ha asociado al elevado ritmo del cambio climático, lo que indica que las especies buscan zonas donde el calentamiento sea más lento para adaptarse mejor.
Los investigadores observaron que mientras las zonas del norte se están calentando muy rápidamente, volviéndose casi inhóspitas para algunas especies, las regiones del sur muestran un calentamiento menos intenso, convirtiéndose en refugios más acogedores. Esto explica por qué el desplazamiento no sigue las predicciones tradicionales basadas únicamente en los cambios medios de temperatura, sino que está influido por la velocidad del calentamiento, un concepto que examina cómo cambian las temperaturas espacial y temporalmente.
Entre las especies que han mostrado cambios significativos en sus patrones de distribución se encuentran el rodaballo cuatro ojos (Lepidorhombus boscii), el zerro (Spicara smaris) y la pintarroja (Scyliorhinus canicula), que no sólo se han desplazado hacia el suroeste, hacia aguas más cálidas, sino que también han buscado aguas menos profundas y más cercanas a la costa. Estos movimientos hacia el sur también implican un desplazamiento gradual hacia zonas menos profundas, adaptándose a las nuevas condiciones ambientales.
Estos datos ofrecen perspectivas cruciales para la gestión de las poblaciones de peces y sugieren la necesidad de integrar estrategias de adaptación al cambio climático en los planes de gestión. La adaptación de estas estrategias es esencial para mantener la resistencia de las especies marinas y de las comunidades que dependen de ellas.
El proyecto contó con el apoyo de diversos programas y fondos, entre ellos la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el AXA Research Fund y la Agencia Española de Investigación, lo que demuestra la importancia de la colaboración multisectorial para abordar los nuevos retos medioambientales en el Mediterráneo.
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