En la última Conferencia ‘Oceans Meets Regions’, celebrada en Bruselas en 2017, se defendió la llamada economía azul como una opción de futuro para la Unión Europea (UE). Y es que, los océanos “son fuente de alimento, recursos naturales y materias primas, y deben formar parte de la economía del futuro”, recuerdan desde Europa, que pide unir a las autoridades de regiones costeras con otros niveles de gobierno para crear empleo y crecimiento a través de este tipo de economía. Sin embargo, “las regiones no solo deben beneficiarse de los océanos, sino que además deben comprometerse a mantenerlos sostenibles”, alerta la UE.
Laura Martín
La economía azul “ofrece más vida y desarrollo a las ciudades costeras e implica empleo y oportunidades que permiten que los jóvenes se queden en esas zonas”, asegura el comisario europeo de Asuntos Marítimos y Pesca, Karmenu Vella, que afirma que la salud de los océanos “equivale a la salud de las comunidades costeras”.
Por eso, considera “vital” el papel de los líderes locales de las ciudades costeras europeas, ya que conocen las oportunidades que supone la economía azul. “Ellos son conscientes, mejor que nadie, de los retos de sus poblaciones, ya sean económicos, medioambientales o sociales”, afirmó el comisario europeo durante el encuentro en Bruselas Oceans Meets Regions, en el que recalcó la necesidad de establecer “sinergias” entre las autoridades locales, los investigadores, las empresas y los inversores, “para unir las iniciativas y a quienes pueden promoverlas”.
“Existen proyectos muy interesantes sobre economía azul que necesitan financiación externa para pasar de la teoría a la práctica, como pasó en su día con la energía eólica”, apuntó el comisario, que insistió en la idea de que “conseguir entornos marinos sostenibles redunda en el interés de todos”, puesto que invertir en su rentabilidad ambiental “no cuesta dinero, sino que lo ahorra”.
Durante la conferencia se defendió la idea de la creación de un fondo de inversiones europeo para la economía azul dirigido por la Comisión Europea, debido a que, aunque este tipo de economía genera una industria muy dinámica, en la mayoría de los casos se trata de proyectos pequeños que tienen difícil encontrar financiación. Los expertos reunidos en este foro insistieron en el hecho de que el empleo que se genere en estas zonas “debe ser sostenible y reforzar la conservación del medio ambiente”, ya que “las regiones no solo deben beneficiarse de los océanos, sino que además deben comprometerse a mantenerlos y protegerlos”.
Rápido crecimiento, nuevas oportunidades
La Unión Europea define esta economía como “la que reconoce la importancia de los mares y océanos como motores de la economía por su gran potencial para la innovación y el crecimiento”, según su primer informe anual sobre este asunto, titulado The 2018 Annual Economic Report on EU Blue Economy, en el que señala que la economía azul “ha crecido en varios estados miembros de la UE más rápido que la economía nacional en la última década” y sigue creciendo “de manera constante”.
Con una facturación de 566.000 millones de euros, el sector genera 174 millones de euros de valor agregado y crea puestos de trabajo para casi 3,5 millones de personas, el 1,6% del empleo total de la UE.
En el caso de España, la economía azul emplea a más de 691.000 personas y genera aproximadamente 23 millones de euros de valor agregado. Encabeza la lista el sector turismo, con el 77% del total de empleo, seguido del sector de los recursos marinos, con el 17%. En términos globales, la economía azul representó en 2016 el 1,3% del PIB total de la UE.
La economía azul representó en 2016 el 1,3% del PIB total de la Unión Europea.
Asimismo, con inversiones en innovación y a través de una gestión oceánica responsable que integre aspectos ambientales, económicos y sociales, “será posible duplicar el sector de forma sostenible para 2030“, indica este informe, que reconoce además, que durante la crisis financiera, esta economía “demostró ser más resistente en esos estados miembros, suavizando los efectos de la recesión en las economías costeras”.
El documento analiza el estado actual y las tendencias recientes en los seis sectores establecidos de economía azul -la pesca, la construcción naval y el turismo, así como las industrias emergentes, incluidas la energía oceánica y la biotecnología-, en diferentes estados miembros de la UE, con el objetivo de identificar oportunidades de inversión y proporcionar orientación para las políticas futuras, incluida la gobernanza oceánica.
Reino Unido, España, Italia, Francia y Grecia son las economías azules más grandes de Europa. En el caso de España, representa un quinto del empleo total, seguido de Italia, Reino Unido y Grecia. Combinados, estos cuatro Estados miembros representan más de la mitad del total de empleos relacionados con la economía azul, según datos de este Informe.
Entre los diferentes sectores, el de los “recursos vivos” (es decir, la pesca, la acuicultura y el procesamiento) ha crecido un 22% entre 2009 y 2016. También los sectores emergentes están en auge, como ocurre con la biotecnología -que alcanza un crecimiento de dos dígitos en países como Irlanda-, y el empleo en la industria eólica marina, que ha pasado de 23,7 millones en 2009 a 160 millones en 2016, superando en número al empleo del sector pesquero de la UE.
En España el nuevo Ministerio para la Transición Ecológica se refiere a ‘crecimiento azul’, en lugar de ‘economía’, como “una estrategia a largo plazo de apoyo al crecimiento sostenible de los sectores marino y marítimo”, un concepto que se apoya en la Estrategia Europa 2020, basada en el crecimiento inteligente, sostenible e integrador “como manera de superar las deficiencias estructurales de la economía europea para mejorar su competitividad y productividad y apoyar una economía social de mercado sostenible a través del fomento de la I+D+i”.
La economía azul aborda por tanto sectores y aspectos estratégicos interdependientes, no solo pesca, biotecnología acuícola y marina, turismo, navegación o transporte marítimo, por ejemplo, sino también infraestructuras compartidas, como puertos o redes de logística y distribución eléctrica, además de la utilización sostenible de los recursos marinos, la energía azul, el turismo marítimo, costero y de crucero, o los recursos minerales marinos.
Para el sector pesquero el crecimiento o economía azul es un vector de desarrollo “crítico”, según reconoce el Ministerio de Teresa Ribera. Por eso, la Estrategia Española de Crecimiento Azul para el sector pesquero se articula en cuatro ejes prioritarios: medio ambiente, sostenibilidad, conocimiento e innovación, y recalca la necesidad de promover la cooperación entre los países “para favorecer la seguridad alimentaria, la reducción de la pobreza y la ordenación sostenible de los recursos acuáticos”.
A nivel mundial, esta Estrategia apuesta por “promover la gobernanza internacional de los océanos, erradicar la pesca ilegal no declarada y no reglamentada, crear nuevas áreas marinas protegidas, lograr un sector pesquero sostenible y competitivo, velar por los aspectos sociales, e impulsar la comunicación con el objetivo de alcanzar la sostenibilidad”.
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El futuro de la economía del mar
Desde la Secretaría Técnica de la Plataforma Tecnológica Española de la Pesca y la Acuicultura (Ptepa), y en línea con el discurso de la Comisión Europea, defienden que además de la pesca, la economía azul tiene potencial de crecimiento y creación de empleo en muchos sectores, también en países en desarrollo. Y es que, si el océano fuera un país, “sería la séptima economía más grande del mundo”, recuerda la CE.
Desde Ptepa subrayan a Compromiso Empresarial que unos 350 millones empleos están vinculados al océano según Naciones Unidas, que recalca que la energía renovable marina “puede desempeñar un papel vital en el desarrollo social y económico, así como la acuicultura en la adaptación y mitigación climáticas”. “La energía del océano es una de las respuestas para satisfacer la creciente demanda de electricidad limpia”, remarca la ONU.
Asimismo, la biotecnología azul, aunque es una industria exigente, “también es muy prometedora”. Sus resultados se aplican y comercializan en una amplia gama de sectores como el farmacéutico, el cosmético, el de la nutrición y la alimentación o el energético.
Sin embargo, no todo son buenas noticias: una cuarta parte de los manglares del mundo han sido destruidos por la actividad humana, aunque actualmente se están realizando planes de recuperación. De hecho, esta recuperación es una forma rentable de ayudar a garantizar la seguridad alimentaria de muchas comunidades costeras, ya que los manglares ayudan a proteger estas zonas de los temporales devastadores, la erosión y los tsunamis. Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, (PNMA), los manglares absorben más de 20 millones de toneladas de carbono al año, lo que contribuye “decisivamente” a luchar contra el cambio climático.
Como barreras a superar para hacer prosperar la economía azul se encuentra la necesidad de mayores inversiones estratégicas, el mejor acceso a la financiación en el sector marino, una mejor planificación del espacio marítimo, el fomento del intercambio de datos, y una mayor cooperación entre las autoridades públicas, las comunidades, los investigadores y los inversores privados para garantizar un verdadero desarrollo sostenible.
La economía azul necesita mayores inversiones estratégicas, mejor planificación del espacio marítimo, fomento del intercambio de datos, y una mayor cooperación entre todos los actores implicados para un desarrollo sostenible.
Al igual que la Comisión Europea, Ptepa apuesta por participar en el impulso para liberar el potencial de la economía azul “de una forma inteligente, sostenible e integradora”.
Durante la celebración el pasado mes de junio de su décimo aniversario, la Plataforma organizó un encuentro en el que se debatieron aspectos como el futuro de la financiación nacional y europea, el crecimiento azul, la economía circular y la Industria 4.0.
Los expertos presentes destacaron, entre otros asuntos, el importante número de convocatorias abiertas a nivel europeo en el marco del crecimiento azul, con una dotación presupuestaria de 161 millones de euros y algunos ejemplos de iniciativas puestas en marcha en esta línea como la Estrategia de Crecimiento Azul del Puerto de Vigo, el primero en poner en marcha un proyecto integral de este tipo con el objetivo de conseguir un crecimiento económico que vaya acompañado de un crecimiento social y medioambiental.
Otro ejemplo de caso de éxito que ya está en marcha en materia de economía azul es el Proyecto Atlas, una nueva plataforma de colaboración activa entre socios de multinacionales del mundo de la industria, pymes, gobiernos e instituciones académicas y de investigación creada para evaluar la situación de los ecosistemas profundos atlánticos y los recursos genéticos marinos. Busca desarrollar una planificación integrada que se adapte a las necesidades del desarrollo sostenible de los océanos (Blue Growth).
Atlas reunirá información procedente de varios ecosistemas atlánticos con el fin de conocer la conectividad existente entre ellos, y su funcionalidad y respuesta ante los cambios futuros producto de la explotación de los océanos y del cambio climático. Además, empleará información en tiempo real y series temporales, provenientes de plataformas oceanográficas de diversa índole fondeadas en distintos enclaves a ambos lados del Atlántico para comprender mejor y predecir cambios futuros en los recursos marinos.
En principio, Atlas desarrollará 25 campañas oceanográficas en ecosistemas profundos e investigará una red de 12 casos de estudio a través del Atlántico, incluyendo ecosistemas en los que están presentes esponjas, corales de aguas frías, montañas submarinas y ecosistemas localizados en la dorsal atlántica.
Apostar por el valor de los océanos
A finales de este año tendrá lugar en Cádiz InnovAzul 2018, el primer encuentro internacional sobre economía azul organizado por la Fundación CEI-Mar, el Campus de Excelencia Internacional Global del Mar de la Universidad de Cádiz, que busca conectar a administraciones, productores de conocimiento y agentes tecnológicos, con demandantes de tecnologías para la innovación empresarial en el campo de la economía relacionada con el mar en todas sus vertientes.
A la primera reunión de trabajo de la Comisión de Programa de este I Encuentro Internacional de Economía y Conocimiento Azul acudieron el pasado mes de mayo a la capital gaditana representantes de tres ministerios, dos consejerías, siete universidades, cuatro campus de excelencia marinos y más de medio centenar de instituciones públicas y privadas.
Laboratorios Quinton fabrica productos a partir de agua de mar extraída en el Vortex planctónico del Golfo de Vizcaya.
En la misma línea, un ejemplo de cómo la empresa privada está apostando por la economía azul es Laboratorios Quinton, que fabrica diferentes productos cuya materia prima principal es el agua de mar extraída en el Vortex planctónico del Golfo de Vizcaya, rico en minerales y otros elementos, que se encuentran en una proporción similar a los líquidos orgánicos del medio interno humano, como el líquido extracelular, el plasma sanguíneo, el líquido cefalorraquídeo o las lágrimas. El Golfo de Vizcaya es uno de los 11 únicos Vortex planctónicos que hay en el mundo.
Según explican desde el laboratorio, este plasma marino es rico en minerales, 78 en concreto, y forma parte de una técnica de nutrición celular iniciada en 1897 por el biólogo René Quinton en Francia, tras darse cuenta de que en el fondo marino era donde empezaba la vida y que los propios líquidos internos de los seres humanos, como las lágrimas por ejemplo, eran salados.
A partir de ahí comenzó a estudiar las condiciones del mar en las zonas en las que los pescadores faenaban y descubrió que en el Golfo de Vizcaya se daban ciertas condiciones que favorecían el desarrollo de la vida marina, algo que sólo se produce en determinadas zonas del mundo. El Golfo de Vizcaya es la única zona en Europa.
La técnica de nutrición celular global iniciada por René Quinton está avalada por más de cien años de práctica hospitalaria y ya ha demostrado una gran eficacia en el tratamiento de enfermedades en el ámbito de la gastroenterología, la odontología, la pediatría, la ginecología, la medicina deportiva, la oftalmología, la fisioterapia respiratoria, la reumatología, o la endocrinología, entre otros, e incluso tiene un efecto antiaging que se aplica a la cosmética.
En 1996, Joan Miquel Coll, un emprendedor español vinculado al sector farmacéutico, adquirió los laboratorios y obtuvo la patente del protocolo de producción desarrollado por René Quinton, creando en Alicante Laboratorios Quinton Internacional, que hoy está presente en 30 países y factura 4,5 millones de euros.
Desde entonces, y debido a que los Vortex planctónicos de donde se obtiene el agua de mar están protegidos por leyes marítimas internacionales, su extracción se controla escrupulosamente desde este laboratorio para garantizar su preservación, mediante unas técnicas de filtrado en frío específicas.
Esta agua de mar que incorporan sus diferentes productos se extrae a 20 o 30 metros de profundidad en el mar Cantábrico, cuyas aguas están expuestas a la corriente del Golfo y son ricas en fitoplacton y zooplactona. Desde allí se traslada refrigerada hasta los laboratorios donde se analiza y somete a un doble proceso de microfiltración y se somete a estrictos controles de calidad para cumplir con la normativa europea.
El agua de mar de Laboratorios Quinton se comercializa en varios formatos: ampollas, sobres y spray y es beneficiosa para el sistema inmunológico, también para periodos de cansancio y agotamiento físico y psíquico, además de para afecciones de la piel. Bajo distintas concentraciones de agua marina, los productos de este laboratorio sirven para tratar patologías muy diversas: desde gastroenteritis, astenias, o depresiones, a alergias, o deshidratación.
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