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Donostia acogerá el mayor vivero en tierra de algas de la península para alimentación y cosmética

Un emprendedor guipuzcoano proyecta recuperar la piscifactoría de Mendizorrotz para producir desde el próximo año 20 toneladas anuales

MIGUEL ANGEL MATA- EL DIARIO VASCO

Un proyecto para recuperar la piscifactoría de Agiti, en las faldas del monte Mendizorrotz (Igeldo) está cerca de ver la luz. Esta vez no serán rodaballos, ni almejas, ni truchas de mar. Las balsas se dedicarán al cultivo de algas marinas. Vegetales en lugar de animales.

El promotor es un biólogo y emprendedor guipuzcoano que lleva cuatro años produciendo algas de agua dulce en Algaloop, empresa que creó y que tiene su sede en Asteasu. De ahí salen productos de espirulina, una microalga considerada un ‘superalimento’ por su alto contenido de proteínas de alta calidad, vitaminas, antioxidantes y minerales como hierro, magnesio o calcio. Se vende como complemento alimenticio por sus propiedades para fortalecer el sistema inmunológico, aportar energía y capacidad de concentración, y por su potencial efecto saciante para el control de peso, entre otros beneficios para la salud.

Ahora, el oiartzuarra Anaut Patterson Mendiola aspira a diversificar la actividad y ampliar los cultivos a las algas de agua salada, convencido del potencial que tienen estos vegetales marinos gracias a las propiedades de sus compuestos, no ya solo en el ámbito de la alimentación y la gastronomía, también en el de la cosmética natural, los biomateriales o los biofertilizantes, entre otros.

Y la existencia de una piscifactoría abandonada como la de Igeldo es una oportunidad de oro para llevar adelante la idea. En colaboración con el Gobierno Vasco, que esta semana ha sacado a información pública el proyecto, aspira a poder iniciar los cultivos «a comienzos del próximo año», obteniendo la primera cosecha «para el verano».

Diversificar la producción de algas de agua dulce que ya realiza desde hace cuatro años una empresa de Asteasu

Cuando el negocio, que irá «creciendo poco a poco» esté a pleno rendimiento, el objetivo es producir 20.000 kilos de algas desecadas al año. Para obtener esa cantidad será necesario tratar 150.000 kilos de algas frescas. El proceso que seguirán las plantas será cultivo en laboratorio, crecimiento en los tanques de agua, y procesado final en el edificio principal.

Ese objetivo haría de la piscifactoría de Igeldo el mayor productor de algas de la península en balsas en tierra firme, si bien Patterson Mendiola explica que solo hay otros dos productores, uno en el Mediterráneo y otro en Portugal, por lo que es un nicho de negocio «con gran potencial de desarrollo».

La instalación, ubicada a escasos metros del mar, cuenta con sistemas de filtrado y recirculación del agua.

Si el negocio prospera, la intención es complementar la producción de algas con un centro de innovación y divulgación sobre la especie (Marinus Innovation Hub), que combinaría actividades de investigación, divulgación científica, educación ambiental, bienestar y gastronomía funcional.

Respecto al empleo, si se cumplen los planes Blue Reef Algae, nombre de la empresa creada para llevar adelante el proyecto y de la que el biólogo guipuzcoano también es CEO, prevé contar con una veintena de trabajadores. «Harán falta biólogos, biotecnólogos, químicos, técnicos de acuicultura y de laboratorio…», adelanta el emprendedor.

El proyecto consiste en revitalizar las instalaciones de la piscifactoría de Agiti, que ocupan una superficie de 21.424 metros cuadrados, dedicada a finales del siglo pasado a la cría de rodaballo y almejas, y cerrada desde 2006. Se hará «sin ampliaciones ni obra nueva», puntualiza Patterson Mendiola, consciente de que es una estructura que está en el punto de mira de grupos ecologistas.

Se prevén una veintena de empleos: biólogos, químicos, técnicos de acuicultura y laboratorio…

Se reutilizarán las balsas existentes, modificando sus paredes a una altura de 35 centímetros y dividiéndolas con tabiques centrales para crear sistemas tipo ‘raceway’. Con ánimo de evitar la entrada de contaminación y mantener las condiciones óptimas de cultivo, se instalarán sobre las bañeras cubiertas de invernadero monotúnel.

Esos 3.200 metros cuadrados se complementarán con otra zona de cultivo ‘indoor’ de 550 metros dentro de uno de los edificios existentes y en invernaderos anexos. El edificio principal, de 800 metros, será acondicionado para incluir laboratorios, áreas de procesamiento y almacén, así como espacios de descanso para los trabajadores. Los edificios colindantes más pequeños acogerán los sistemas eléctricos y de automatización. Está previsto incorporar equipos de energía solar.

Sumidero de CO2

El proyecto ha recibido ya el visto bueno de la Agencia vasca del Agua (URA), que avala que el cultivo de algas «es compatible» con la Ley de Costas y, en este caso, aprueba que el cultivo que se prevé desarrollar en Igeldo «no genera ningún tipo de agua residual significativa, ya que durante el proceso de cosechado, el agua filtrada retorna de nuevo a las balsas» y «el sistema de recirculación asegura que el uso del agua sea eficiente y sostenible».

Tratamiento del agua

URA avala que no se genera agua residual significativa y que «se asegura un uso eficiente y sostenible»

La piscifactoría captará agua del mar a través de los pozos ya existentes, y el sistema se complementará con mecanismos de filtración, desinfección y recirculación que «minimizan» el consumo de agua nueva. «La gestión de los residuos será igualmente sostenible», corrobora URA.

En su informe del proyecto, el promotor defiende además los «beneficios ambientales» de la actividad. El cultivo de algas, remarca, «contribuirá significativamente a la descarbonización, absorbiendo unas 36 toneladas de CO2 anuales gracias al proceso de fotosíntesis». Las algas son sumideros naturales de CO2, recuerda, por lo que la producción de Igeldo «mejorará la calidad del aire local y ayudará a mitigar el cambio climático», remata.

Agiti, un proyecto fracasado de cría de rodaballo y almejas

La piscifactoría de la cala Agiti, en las faldas del monte Mendizorrotz (Igeldo), se construyó en 1989 sobre una parcela de 21.424 metros cuadrados al lado del mar para albergar un criadero de rodaballo y un vivero de almejas promovido por la empresa Culmanor. El negocio acabó cerrando en 2006. La misma empresa intentó antes de la pandemia retomar la actividad en las instalaciones. En este caso proponía producir 620 toneladas de trucha marina, pero la iniciativa no llegó a cuajar. Tampoco tuvo éxito un proyecto de acuicultura para el engorde de bacalao, rodaballo y lenguado en Getaria a cargo del grupo Orrua inaugurado en 2010. Ni otro de cría de tilapia en Hondarribia a cargo de Ner Breen, que duró de 2011 a 2019.

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