«Antes, esas pieles (de pescado) se desechaban de mala manera, contaminando el medioambiente», dice Efraín Alva, uno de los cofundadores de Qaya, emprendimiento que aprovecha el residuo y hace el cuero de manera ecológica.
En Perú, un emprendimiento familiar ha encontrado una oportunidad de negocio en los desechos de la pesca artesanal y de la acuicultura, convirtiéndolos en «cuero de pescado» y haciendo, a partir de ello, otros productos.
El emprendimiento se llama Qaya y fue fundado por los esposos Efraín Alva y Keyla Polo. En 2015, esta pareja tenía un negocio de gastronomía en su casa, donde vendían carne al cilindro (ahumado en brasas en un recipiente cerrado) y parrillas; pero, al llegar la Semana Santa, donde la gente no consume este tipo de carnes, se reformaron y comenzaron a vender comida que incluyera los pescados.
«Ahí al filetear el pescado, sacamos la piel y nos dimos cuenta que era bastante fuerte […] Decidimos investigar qué se podía hacer y encontramos un mundo de opciones con el cuero de pescado«, comenta Alva, en entrevista con RT.
Cuenta que no se trata de un material nuevo, aunque sí es poco habitual, puesto que algunas culturas ya la usaban en la antigüedad; además, menciona que, incluso, es un material usado por la famosa firma italiana Salvatore Ferragamo, especializada en calzados y otros artículos de cuero.
Sin embargo, en la investigación que hicieron, descubrieron que, generalmente, quien usa este material lo hace «de manera tradicional», usando productos químicos para su curtido y teñido, como el cromo, que es altamente contaminante. «Ahí es cuando nosotros decidimos buscar una manera alternativa», enfatiza Alva.
Este artesano comenta que ellos adquieren la materia prima, es decir, la piel del pescado, de la pesca artesanal y de la acuicultura, relacionadas con el consumo humano. «Nosotros no depredamos», afirma.
Explica que «antes, esas pieles se desechaban de mala manera, contaminando el medioambiente», puesto que los pequeños criadores no suelen tener plan de manejo de residuos.
«Ahora nosotros hemos entrado ahí a solucionar ese problema, pero no solamente solucionarlo, sino darle una alternativa de negocio a estas personas, porque las capacitamos para que no boten la piel, y eso que para ellos era basura, ahora nos lo venden a nosotros y, con ello, les generamos un ingreso económico a esas personas que trabajan con este material», detalla Alva.
Las pieles que utilizan son, principalmente, de peces de agua dulce, como el pirarucú, el segundo pez de agua dulce más grande del mundo, que encuentran en la Amazonía; así como la tilapia y la trucha. También, del mar usan el dorado, la corvina y la liza.
El entrevistado señala que reciben la piel del pescado tal como sale después del fileteo, aunque capacitaron a los pescadores para que saquen el material de tal manera que no le dejen huecos y pueda hacerse el siguiente proceso para llegar al cuero.
Luego, contratan a otras personas para que realicen el descarne y quiten las escamas, lo que permite generar más espacios de trabajo. Una vez completada esta fase, la pareja se encarga del siguiente paso, que es el curtido y teñido de manera natural, sin usar químicos.
«La curtiembre hoy en día es una de las empresas que contaminan demasiado, nosotros quisimos darle un vuelco total y usar taninos, productos naturales, para su curtido y, asimismo, en el teñido, también teñir con tintes naturales (como la cúrcuma, el achiote o el maíz morado, por ejemplo), usando técnicas ancestrales», explica Alva.
Con todos esos pasos y después de muchas pruebas y errores, consiguieron «un cuero real, con fórmulas propias, de alta calidad, siendo de tres a nueve veces más fuerte que el cuero que se conoce comúnmente», resalta el entrevistado.
Al principio, comenzaron vendiendo las piezas de cuero, como materia prima, e hicieron algunos productos a manera de muestra, para que la gente observara en qué se podía usar. Sin embargo, sus artículos gustaron y, ahora, también comercializan llaveros, billeteras, monederos, tarjeteras, bolsos, cojines, mochilas, carteras, zapatos, aplicaciones para ropa o joyas, entre otros.
Alva destaca que el tanino —sustancia natural que se encuentra en la madera, raíces, frutas, etc., que son familia de los polifenoles (antioxidantes)— que usan para el curtido es un antibacterial natural. «Viene a ser una antialérgico, por lo que no causará alergia al usar los productos de cuero de pescado, como una pulsera, correa u otro que vaya pegado al cuerpo», aclara.
Aunado a ello, en cuanto a diseño, se trata de pieles únicas. «Cada piel es como si fuera una huella digital y es lo que busca hoy en día un cliente que le guste este tipo de trabajo, no tener lo mismo que tiene otra persona», menciona.
Por este trabajo, Qaya pertenece al Directorio de Empresas Sostenibles del Ministerio del Ambiente de su país; también al Gremio Nacional de Empresas Sostenibles del Perú; y el año pasado quedaron en segundo lugar en un concurso de sostenibilidad de la Cámara de Comercio de Lima y, en el mismo puesto, en productos más vendidos en la Feria Nacional de Artesanía ‘De Nuestras Manos’.
Durante la pandemia del coronavirus, que obligo al cierre de algunos puntos de venta donde comercializaban sus productos, apostaron por una nuevo producto: las mascarillas. Las hicieron tomando en cuenta las normas del Ministerio de Salud, por lo que consiguieron su autorización.
Se trata de una mascarilla reutilizable, que es de cuero de pescado, y en el interior tiene un filtro de algodón orgánico con micropartículas de cobre, explica Alva.
Dice que esta mascarilla proporciona «un 99 % de protección», lo que la hace mejor que las mascarillas comunes que venden en el mercado. Además, «el filtro se puede lavar hasta 25 veces, por lo cual te da mucho tiempo de uso», añade.
Alva indica que consiguieron la autorización para exportar este producto y semanas atrás ya hicieron el primer envío, como muestra, a México.
En este emprendimiento no descartan ofrecer a futuro algún otro producto que sea útil en tiempos de pandemia, hecho a partir de esta inusual materia prima.
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