Industria Naval

Clústeres navales reclaman coordinación, talento y menos burocracia para sostener el “momento dulce” del sector

Una mesa moderada por el Clúster Marítimo Naval de Cádiz reúnió, en el Blue Zone Forum-Navalia Meeting, a Galicia (Aclunaga), el Foro Marítimo Vasco, Cantabria (MARC) y Canarias para alinear respuestas ante la carga de trabajo, la falta de personal y la transición tecnológica

El sector naval español vive un buen ciclo de carga de trabajo, pero necesita “estabilidad, manos y reglas ágiles” para consolidarlo. Ese fue el diagnóstico compartido en la mesa de clústeres moderada por el presidente del Clúster Marítimo Naval de Cádiz, con la participación de Aclunaga (Galicia), el Foro Marítimo Vasco, el Clúster Marítimo de Canarias y MARC (Cantabria).

La sesión arrancó con un mensaje de estabilidad laboral: el sector se ha dotado de un convenio colectivo de largo plazo —en vigor hasta principios de la próxima década— que, unido a la cartera de pedidos, “elimina el primer cuello de botella: la incertidumbre en el empleo”. Con ese suelo seguro, los clústeres pusieron el foco en los grandes deberes: atraer y formar talento, acelerar la innovación y digitalización, y aliviar la burocracia que retrasa proyectos.

Desde Galicia, Aclunaga retrató un tejido con pedidos “de todo tipo, también militares” y una industria de equipos muy internacionalizada: casi la mitad de sus empresas exportan y muchas superan el 90% de ventas exteriores. El reto, admitieron, es doble: mantener la cartera y subir el listón salarial y tecnológico para competir por perfiles escasos frente a otros sectores (refino, nuclear) y países (Holanda, Alemania).

El Foro Marítimo Vasco destacó que los astilleros vascos tienen trabajo asegurado para varios años, con un tirón paralelo de la industria auxiliar. Su plan pasa por conectar aulas y talleres: escuchar a las empresas, ajustar currículos de FP y universidad, y multiplicar cursos a medida. Mensaje a la juventud: el naval es moderno, digital y con carreras globales.

Canarias reivindicó su especialización en reparación, offshore y servicios y su posición estratégica Atlántico–Mediterráneo–África. Ve oportunidades claras en la descarbonización del transporte marítimo (retrofits, OPS, nuevos combustibles), renovables marinas y programas de Defensa (modernización e integración de sistemas). Pero avisó de dos lastres: costes logísticos por lejanía y la necesidad de más agilidad administrativa para captar escalas y obras. En talento, activan FP Dual, ferias con estudiantes, premios a TFG/TFM y proyectos de I+D (anticorrosión bioinspirada, eólica marina) para acercar innovación a pymes.

Desde Cantabria, MARC recordó que, tras reconvertirse, la región brilla en reparación y servicios (Astander como icono), logística, turismo náutico y pesca. Con pleno empleo, la batalla es seducir y retener perfiles (soldadores, caldereros, electricistas, ingenieros) frente a ofertas mejor pagadas o a la emigración técnica. Proponen proyectos con mayor valor añadido, recuperar el espíritu de las antiguas escuelas de aprendices y atraer talento internacional con proyectos y condiciones competitivas.

Todos coincidieron en que la burocracia se ha convertido en un freno real: certificados, tarjetas y trámites que demoran semanas la entrada de equipos en obra o la puesta en marcha de ayudas. Los clústeres se ofrecen como “pegamento” entre empresas y administraciones para simplificar ventanillas, agilizar convocatorias y garantizar trazabilidad de fondos.

En el frente tecnológico, el consenso es rotundo: descarbonización, digitalización e inteligencia artificial ya están reconfigurando procesos, diseño y mantenimiento. Lejos de ver la IA como amenaza, la mesa la lee como oportunidad para automatizar tareas críticas, reforzar seguridad y hacer más atractivo el sector a las nuevas generaciones.

A nivel país, se reclamó política industrial específica y una ventanilla técnica estatal para el naval —capaz de canalizar fondos europeos de formación y acelerar homologaciones—, así como una estrategia nacional de economía azul que integre lo que ya funciona en las comunidades. Complemento imprescindible: internacionalización estructural (misiones, ferias, alianzas) para diversificar clientes y no depender de uno o dos mercados.

La fotografía final es de optimismo vigilante: hay trabajo, inversión y tecnología para competir; faltan personas, velocidad administrativa y coordinación. “El momento es dulce —resumió la mesa—, pero solo será duradero si la colaboración público-privada, la formación y la innovación avanzan tan rápido como la demanda”.

europaazul

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