La Comisión Europea repetirá en 2026 el cierre temporal de la pesca en el golfo de Vizcaya con el objetivo de proteger a los delfines comunes y otros pequeños cetáceos de las capturas incidentales asociadas a la actividad extractiva. El paro obligatorio se aplicará entre el 22 de enero y el 20 de febrero de 2026 y afectará a buques de más de ocho metros de eslora, que no podrán faenar en ese caladero durante ese periodo.
Bruselas justifica la medida en que los cetáceos objeto de protección están amparados por la Directiva Hábitats y, sobre todo, en la “efectividad” que la prohibición habría demostrado en campañas anteriores. En un comunicado, la Comisión enmarca el cierre como el tercer año consecutivo en el que se adopta una restricción de este tipo a petición de Bélgica, Francia, Países Bajos, Portugal y España, aunque recuerda el origen del debate: el primer cierre fue impulsado de forma unilateral por Francia, que vetó la actividad en el área más allá de su propia flota y cuya decisión terminó avalada por el Ejecutivo comunitario.
El argumento principal para reeditar la veda se apoya en los datos del observatorio francés Pelagis, que atribuye al cierre invernal un descenso de la mortalidad por captura accidental. El informe citado por la Comisión indica que en 2025 la mortalidad de delfines asociada a capturas incidentales “parece significativamente menor” que la estimada antes de la veda, en el periodo 2017-2023.
Como indicador de esa evolución, el trabajo señala que el número de varamientos en la costa francesa durante el invierno de 2025 fue casi la mitad del registrado el invierno anterior, cuando se contabilizaron 938 cetáceos entre diciembre de 2023 y marzo de 2024. La Comisión entiende que esa tendencia avala la continuidad del cierre, al menos como medida de choque en el tramo de mayor riesgo.
Bruselas calcula que la medida impactará en torno a 300 buques comunitarios. En el caso español, las estimaciones sitúan el número en algo más de 40, aunque el sector ha venido reaccionando de forma desigual. Tradicionalmente, solo una parte de la flota afectada solicita las ayudas disponibles —ya sea a través del Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y de Acuicultura (FEMPA) o mediante apoyos nacionales—, mientras que otra parte opta por cambiar de caladero y mantener la actividad fuera del área cerrada.
Durante el periodo de veda, la Comisión insiste en que los buques implicados deberán permanecer en puerto si quieren evitar cualquier interacción con delfines y pequeños cetáceos en el área restringida. El cierre alcanza a distintas modalidades y artes, incluyendo arrastre pelágico y demersal, cerco y enmalle, que operan en una zona especialmente sensible en invierno para la presencia de estos animales.
Junto a la veda, Bruselas refuerza el paquete de medidas de mitigación con una exigencia técnica: las redes de arrastre pelágicas de media agua y las redes de arrastre gemelas demersales deberán emplear dispositivos acústicos disuasorios durante todo el año. Estos aparatos —conocidos como “pingers”— emiten señales sonoras diseñadas para mantener a los cetáceos alejados de los aparejos, reduciendo así la probabilidad de captura accidental.
Además, la Comisión prevé mantener un programa anual de seguimiento de pequeños cetáceos mediante observadores y cámaras a bordo, especialmente concentrado en el periodo de mayor riesgo. La intención es doble: disponer de datos más robustos sobre interacciones y mortalidad, y verificar el cumplimiento de medidas técnicas, en un debate que cada invierno vuelve a tensar la balanza entre conservación y actividad pesquera.
Con el calendario ya marcado —del 22 de enero al 20 de febrero de 2026—, el cierre del golfo de Vizcaya se consolida como uno de los principales instrumentos comunitarios para reducir el impacto accidental sobre delfines. Y, al mismo tiempo, como un recordatorio de que la sostenibilidad, en el mar, también se juega en decisiones duras: parar un mes en el momento más sensible para intentar que el invierno deje menos cuerpos en la costa.
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