El protocolo de adquisición por 11,2 millones de euros garantiza actividad y 59 empleos en Zumaia, mientras el comité de empresa alerta de que la oferta no respeta plenamente las condiciones fijadas por el juez concursal
Astilleros Balenciaga ha dado este fin de semana su paso más decisivo hacia una nueva etapa. La histórica factoría naval de Zumaia ha firmado el protocolo de venta al grupo inversor árabe encabezado por Abu Dhabi Ports, operación valorada en 11,2 millones de euros que, sobre el papel, asegura la continuidad de la actividad y del grueso del empleo.
El Gobierno Vasco dio prácticamente por cerrada la operación al anunciar que “hoy se ha firmado el acuerdo de compraventa por el grupo inversor” y al presentar el día como “una gran noticia para Euskadi, para nuestra industria, para el sector naval vasco, para Zumaia y para las familias de Balenciaga, que han vivido meses de incertidumbre”.
Sin embargo, la venta aún tiene un escollo clave: el acuerdo con los trabajadores. Sin el visto bueno del comité de empresa no habrá rúbrica definitiva ante notario ni cierre formal del proceso concursal.
El documento firmado este domingo por la administración concursal y el consorcio inversor –formado por Abu Dhabi Ports y Premiere Marine– fija las bases de la operación: el grupo árabe tomará el control de las instalaciones y operará en Zumaia bajo la marca Balenciaga Shipyard, con el compromiso de aportar carga de trabajo inmediata y desarrollar un proyecto industrial de continuidad.
Abu Dhabi Ports Group es uno de los grandes actores internacionales del sector portuario y marítimo, presente en más de 50 países y con una flota de alrededor de 250 buques, lo que refuerza la idea de un inversor con músculo financiero y experiencia en el negocio marítimo.
Desde el Departamento de Industria subrayan que la propuesta cumple las condiciones habituales exigidas por el Ejecutivo vasco para rescatar empresas en crisis: inversor sólido, proyecto industrial definido y compromiso con el mantenimiento de empleo de calidad.
Mientras el consejero Mikel Jauregi celebraba la operación como un “gran día para Euskadi”, el ambiente en Zumaia y en el propio astillero era bastante más prudente. El comité de empresa ha evitado, por ahora, hacer declaraciones públicas detalladas, pero fuentes sindicales insisten en que la firma del protocolo es “un paso más, pero no cierra la operación” y reclaman analizar con calma la letra pequeña de las condiciones laborales.
El alcalde de Zumaia, Iñaki Ostoloza, ha puesto voz a esas reservas. Según ha explicado, la propuesta definitiva del grupo árabe no garantiza íntegramente las condiciones laborales actuales, especialmente en el terreno salarial: la oferta introduce variables y conceptos retributivos que, a juicio del consistorio y de la representación de la plantilla, no se ajustan al auto del juez concursal que marcaba el marco mínimo para aprobar la venta.
Ostoloza también ha criticado la actitud del Gobierno Vasco, al considerar que al “dar por hecha” la operación está “lanzando las campanas al vuelo” y trasladando toda la presión a los trabajadores, en un momento en el que aún están en juego puntos sensibles de su convenio.
Balenciaga entró en concurso de acreedores hace un año, lastrado por un pasivo de unos 28 millones de euros. El saneamiento de esa deuda ha sido clave para hacer viable la operación. Cofides, la sociedad estatal de financiación, aceptó en marzo una quita que rebajó su crédito de 15 a 8,5 millones, reduciendo el monto total a abonar a 21,5 millones y haciendo más atractiva la compañía para potenciales inversores.
La oferta de Abu Dhabi Ports Group se impuso finalmente a las alternativas gracias a dos elementos centrales:
El protocolo de adquisición firmado este domingo da por culminados los trámites con la administración concursal y con las instituciones, quedando pendiente únicamente el acuerdo laboral y la formalización jurídica final.
En el capítulo laboral, la propuesta del grupo árabe plantea la absorción de 59 contratos, incluidos 15 trabajadores mayores de 55 años, y la asunción de las deudas con la Seguridad Social y con el fondo de pensiones Geroa asociadas a esas plantillas. Quedarían fuera solo siete puestos vinculados a contratos de relevo o a trabajadores próximos a la jubilación.
Sobre el papel, esto supone preservar la gran mayoría del empleo directo y abre incluso la puerta a futuras ampliaciones de plantilla si se confirma la cartera de pedidos prometida por el nuevo grupo. No obstante, para el comité no se trata solo de cuántos puestos se mantienen, sino en qué condiciones: qué salarios, qué jornadas, qué garantías de estabilidad y qué reconocimiento de antigüedades y derechos adquiridos.
Fundado en Zumaia en la segunda mitad del siglo XX, Astilleros Balenciaga se ha especializado en buques de alto valor añadido –remolcadores, barcos offshore, unidades de apoyo a parques eólicos marinos, entre otros– y es uno de los nombres de referencia del naval guipuzcoano.
Su caída en concurso supuso un duro golpe para el tejido industrial de la comarca, por lo que la entrada de un grupo internacional como Abu Dhabi Ports se interpreta, desde las instituciones, como una oportunidad para consolidar a Balenciaga en segmentos de mercado en crecimiento y para reforzar la posición del País Vasco en el mapa europeo de la construcción naval especializada.
A partir de ahora, el foco se desplaza a la mesa de negociación entre el grupo inversor, la dirección del astillero y el comité de empresa. El juez concursal deberá comprobar que el acuerdo final respeta los parámetros fijados en su auto, especialmente en materia de condiciones laborales, antes de dar luz verde a la transmisión definitiva de la unidad productiva.
Para la plantilla, que ha vivido meses de incertidumbre y movilizaciones, la prioridad es doble: asegurar la continuidad del astillero y no hacerlo a costa de un deterioro de sus derechos laborales. La sensación entre muchos trabajadores es de mezcla de alivio –por tener, por fin, un comprador claro y solvente– y de desconfianza ante una operación que, a su juicio, se ha presentado públicamente como resuelta cuando aún quedan flecos importantes por cerrar.
Mientras tanto, en Zumaia se respira una tensa espera. El futuro de Balenciaga parece encarrilado, pero el “gran día” del que habla el Gobierno Vasco solo será completo cuando quienes han levantado el astillero con su trabajo, día a día, estampen también su firma en el acuerdo.
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