Un puente de algas de 9.000 kilómetros unirá África y América. Los satélites revelan un espectacular crecimiento de estas algas en el Atlántico durante la ultima década, relacionado con el ciclo de las corrientes y el vertido masivo de fertilizantes desde el Amazonas.
El domingo 16 de septiembre de 1492 Cristobal Colón describió en su diario la presencia en el océano de “muchas manadas de hierba muy verde, que poco había, según le parecía, que se había despegado de tierra”. Estaba describiendo una región del Atlántico que se conocería después como el mar de los Sargazos, en la que la proliferación de algas flotantes retenía durante días a los marinos y que se ganó la fama de ser un cementerio de barcos. Cinco siglos después, esa zona del mar no solo sigue plagada de sargazos, sino que su hábitat se ha ampliado de forma espectacular y ocupa una extensión gigantesca del océano.
En un trabajo publicado en la revista Science, el equipo de Mengqiu Wang ha analizado las imágenes recogidas durante 19 años por el espectrorradiómetro MODIS instalado en los satélites Terra y Aqua y ha descubierto un aumento de los afloramientos de estas algas en la ultima década con un máximo histórico registrado en 2018, cuando se formó un gran puente de algas flotantes de 8.850 kilómetros y con una biomasa estimada de más de 20 millones de toneladas. Esta enorme isla de sargazos, que los científicos han bautizado como el Gran Cinturón de Sargazos del Atlántico (GASB, por sus siglas en inglés), se extendió desde el golfo de México hasta las inmediaciones de la costa de África y es el mayor afloramiento de este tipo jamás registrado.
“La escala de estos afloramientos es verdaderamente enorme, lo que convierte a las imágenes por satélite en una excelente herramienta para detectar y seguir sus dinámicas a lo largo del tiempo”, asegura Woody Turner, responsable del programa de predicción ecológica de la NASA. Estas poblaciones de algas pertenecen a dos especies principalmente, S. natans y S. fluitans, y son fácilmente detectables por los sensores ópticos de los satélites modernos porque la clorofila refleja la luz en el espectro infrarrojo. Las observaciones entre 2002 y 2010 mostraron un patrón anual de crecimiento, que empezaba en primavera en el Golfo de México, se movía hacia el este por la corriente y llegaba al emplazamiento histórico del mar de los Sargazos en otoño. Pero todo cambió en el año 2011, cuando por primera vez aparecieron enormes cantidades de estas algas en el Caribe y el Atlántico ecuatorial.
Cuando está en mar abierto, las concentraciones normales de algas flotantes proporcionan un hábitat a decenas de especies, desde tortugas a peces y cangrejos, pero cuando aumenta esta masa y se acumula en las costas, puede provocar grave problemas al depositarse en los fondos o sobre las colonias de coral, además de producir daños económicos en las zonas turísticas donde la presencia de las plantas hace el baño desagradable.
¿Y cuál es el origen de esta aumento desorbitado de la población de sargazos? El equipo de Wang ha analizado detalladamente varios factores, desde la dinámica de las corrientes a los efectos de la deforestación del Amazonas y del vertido de fertilizantes desde el río al océano, que ha aumentado paralelamente en la última década. Y la conclusión del estudio es que el origen se debe a una combinación de causas humanas y naturales: en la primavera, el Amazonas arroja al mar cantidades cada vez mayores de nutrientes y fertilizantes procedentes de las zonas agrícolas, mientras que en invierno, las corrientes desde la costa occidental africana elevan los nutrientes desde las profundidades del océano. “la química del océano debe haber cambiado para que estos afloramientos se hayan salido de madre”, asegura Chuanmin Hu, que ha liderado el estudio.
Aunque el aumento de afloramientos no tiene que ver con el calentamiento del océano, los autores creen que está directamente relacionado con el cambio global provocado por el hombre y que “están aquí para quedarse”. En lo que va de 2019, advierten Hu y su equipo, ya se está registrando otro aumento espectacular que afectará a las zonas turísticas del norte del Caribe y el sur de Florida, incluyendo Puerto Rico, República Dominicana, Jamaica y Miami. “Esperamos que esto proporcione una oportunidad para entender y responder a este fenómeno emergente”, concluye Hu. “Necesitamos seguir trabajando”.
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