Armadores y técnicos señalan fallos de estabilidad en “eurocutters”/arrastreros de vara de diseño neerlandés; el expediente del Mary Kate y la experiencia con unidades similares como Destiny y Aquarius alimentan la acusación de que Bruselas llegó tarde a un riesgo conocido.
Entre 2008 y 2012 se acumularon señales de alarma sobre la estabilidad de determinados arrastreros de vara (“beam trawlers” o eurocutters) construidos o transformados en los Países Bajos. El caso paradigmático es el del Mary Kate (WD-30), adquirido en 2007 por una familia de Arklow (Irlanda). Ya en 2009 el buque registró incidentes de cuasi-vuelco durante faenas, lo que llevó a la propietaria a encargar peritajes que apuntaron a sobrecarga estructural y problemas de estabilidad transversal; el buque fue retenido por la administración irlandesa y el armador inició una larga batalla técnica y política que, con los años, ha terminado señalando a la Comisión Europea por no actuar con la diligencia debida ante un riesgo sistémico en este segmento de flota.
La controversia ha cobrado nuevo impulso en 2024–2025, cuando medios sectoriales y representantes del sector han reiterado que Bruselas conocía —al menos desde la década anterior— patrones de sobrepeso de casco y vulnerabilidad a cargas asimétricas en estas series de buques y, aun así, no impulsó a tiempo criterios operativos y de control específicos para la pesca al arrastre con varas. Un reportaje reciente sintetiza la acusación: “inacción de la UE ante eurocutters defectuosos”, con referencias a unidades hermanas con excesos de peso que comprometerían la estabilidad, sobre todo con bodegas vacías o en mares gruesos.
Más allá del Mary Kate, armadores y técnicos citan otros nombres de referencia en la constelación de arrastreros de vara construidos en astilleros neerlandeses:
Estas menciones no implican por sí mismas irregularidad o accidente, pero contextualizan la familia de buques y el marco tecnológico sobre el que se elevaron las quejas de 2008–2012: series de diseño similar, aparejo de vara, ampliaciones y transformaciones, y cargas asimétricas durante la pesca.
Aunque los dictámenes oficiales más sólidos sobre riesgo de inestabilidad por cargas asimétricas llegarían años después (2019–2021) —con la Junta de Seguridad neerlandesa alertando específicamente sobre arrastreros <24 m y recomendando un estudio estructural de toda la flota—, buena parte de las circunstancias operativas que hoy se consideran críticas ya se observaban a bordo en los años 2008–2012: booms de gran palanca, aparejos pesados, saltos de red de una banda a otra, viento de través y olas de longitud comparable a la eslora. Esos factores, combinados con posibles sobrepesos de casco frente a diseño, derivan en márgenes de escora muy reducidos.
En paralelo, análisis técnicos encargados por la administración neerlandesa y centros de ingeniería naval han ido cuantificando el problema: los arrastreros <24 m de vara pueden quedarse sin brazo adrizador remanente en hasta una cuarta parte de sus escenarios operativos si no se contemplan criterios de estabilidad en faena —no solo en navegación— y si no se modelizan fielmente los pesos de mástiles, puntales, redes y viento real sobre la arboladura.
La acusación de inacción a la UE se sustenta en tres ideas:
Las asociaciones y familias afectadas reclaman tres cambios:
Los arrastreros de vara concentran fuerzas elevadas en las brazolas y varas, generando momentos de escora que, combinados con cargas asimétricas (una red que “salta” de banda, una rotura, una ola de longitud parecida a la eslora), pueden agotar el brazo adrizador. Si a eso se suma sobrepeso estructural frente a diseño (acero añadido, refuerzos, equipos) o libretas que infravaloran pesos/velas/mástiles, el margen de seguridad desaparece. Eso es lo que los armadores sostienen que se sabía —al menos indiciariamente— desde 2008–2012, y por lo que acusan a la UE de reaccionar tarde.
El sector pide que el ciclo se cierre con:
Mientras el Mary Kate sigue siendo el caso emblema que ha puesto nombres y cifras a un problema colectivo, la existencia de unidades similares como Destiny (BRA-4) y Aquarius recuerda que no se trata de un barco aislado, sino de un patrón de diseño y operación que exige respuestas comunes.
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