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sábado, abril 20, 2024
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La pesca tiene que ser un trabajo digno y con unas condiciones laborales atractivas

La industria emplea a 59,6 millones de personas en el sector primario de la pesca de captura y la acuicultura, segúns se ha dado a conocer el Día Mundial de la Pesca. De ellos; 40,3 millones en la pesca y 19,3 millones en la acuicultura, y cerca del 14% son mujeres, según datos de 2016 de la FAO, que esta edición dedica la efeméride a la lucha por el trabajo decente. «Más de 200 millones de trabajadores están vinculados con el sector, de sus ingresos dependen sus vidas. Y 25 de ellos son víctimas de trabajo forzoso, el 80% en el sector privado. Hay que reforzar la lucha contra las prácticas abusivas. Es una de las profesiones más peligrosas del mundo, hay accidentes mortales, y a bordo se es más sensible a los abusos, también psicológicos y sexuales», ha declarado Moussa Oumarou, director de operaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), durante la jornada ‘Los derechos laborales son derechos humanos: trabajar juntos para garantizar los derechos de los pescadores y reforzar la lucha contra el tráfico y el trabajo forzoso en el sector pesquero’, celebrada en Roma este miércoles. En la imagen, embarcaciones en Santa Rosa de Salinas, Ecuador.

En 2016, la producción total de pescado alcanzó su máximo histórico con 171 millones de toneladas capturadas, de las que el 88% se utilizaron para el consumo humano directo, según datos de la FAO. Una de las cuestiones clave que inciden en este sector es la extensa cadena de valor. Es decir, desde donde se obtiene el producto hasta que es servido. “El pescado puede provenir de un país, ser vendido a otro y consumido en un tercero. Son muchos los intermediarios y es difícil garantizar que se aplican las reglas entre proveedores. Todavía hay situaciones inaceptables en muchos países», indica Audun Lem, director de pesca y acuicultura de la FAO. Las distintas agencias de la ONU cuentan con numerosos acuerdos y convenios para evitar estas situaciones, a los que se suman los países de forma individual. «Pero hay un porcentaje alto de desprotección fuera de las fronteras. Son grandes viajes, donde es difícil una inspección de trabajo, que los empleados se sindiquen o que disfruten de pensiones», añade Oumarou. En la imagen, un hombre con un atún en Abiyán, Costa de Marfil.

“Fundamentalmente son necesarios dos esfuerzos clave. La lucha por el trabajo digno y las condiciones laborales, y alcanzar la seguridad laboral en embarcaciones, fábricas… Son muchos los casos en los que los migrantes, indocumentados, son explotados con impunidad”, ejemplifica Audun Lem, que insta a reforzar la voluntad política para trabajar en los reglamentos que faciliten estas debilidades de la industria. «Los migrantes requieren una atención especial. Se les confiscan los documentos de identidad, se ven sometidos a horarios abusivos, pagas incompletas, abandonos…», ha añadido Oumarou en Roma. En la imagen, migrantes africanos y de Oriente Medio desembarcan despúes de ser rescatados por un barco italiano.

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